Geolectos y otras realidades lingüísticas

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Lugar: Madrid, Spain

23 de febrero de 2012

A vueltas con el origen de la fala

En Lengua, ciencia y fronteras, libro coordinado por Ramón de Andrés Díaz y publicado en fecha reciente, Eduardo Sanches Maragoto pone patas arriba la cuestión genética de la fala de Xálima. Su contribución se titula “As falas das Elhas, Valverde e S. Martinho (Cáceres): origem galega ou portuguesa?” (págs. 385-425).

En mi opinión, el artículo de Sanches Maragoto era necesario, y más teniendo en cuenta que ni en Europa ni en el recientemente desaparecido Ministerio de Política Territorial (hoy Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas) se aclaran con qué es esto de la fala. Resulta gracioso —por no decir que patético— observar la indecisión que existe en el Tercer informe sobre el cumplimiento en España de la Carta europea de las lenguas regionales o minoritarias para denominar la variedad lingüística que conocemos como fala: gallego en Extremadura (págs. 98-103), portugués en Extremadura (págs. 150-151) o portugués a secas (pág. 49). Menos mal que los redactores del informe reconocen que “en cuanto al origen de a fala la doctrina no es pacífica” (pág. 99).

Entre otras cosas, Sanches Maragoto viene a decir, con razón, que algunas teorías que manejan los filólogos que defienden la galleguidad de la fala hace tiempo que han sido descartadas por los historiadores (en especial, cuestiones relacionadas con la reconquista y la repoblación de los territorios). Y remata: “A explicaçom do fenómeno através de umha mítica diáspora galega está tam próxima do género lendário que só o auxílio da clássica historiografia espanhola podia em certo modo reforçá-la” (pág. 397). También arremete, con datos bastante convincentes, contra la teoría del aislamiento de la zona.

Una de las afirmaciones que realiza el autor en el artículo me parece clave (reconozco que egoístamente, porque en Portugal ya hace tiempo que algunos estamos trabajando en una hipótesis parecida): “A galeguidade destas falas nom supera a galeguidade de qualquer outra variedade diatópica portuguesa, porque todas elas fôrom impostas ao sul polo norte, e ao este polo oeste. As falas de Xalma som tam galaico-minhoto-durienses, portanto, como as transmontanas, as beiroas e até as alentejanas” (p. 391). ¡Exacto! Es más, si alguien se pone a comparar documentos antiguos de la zona que actualmente ocupan los dialectos minhotos con la fala de Xálima, es posible que se lleve una sorpresa considerable (¿o debería decir desagradable?). ¡Colegas gallegos, por favor, hagan la prueba!

Una cosa tengo cada día más clara: Lindley Cintra se equivoca en su apreciación del origen gallego de la fala, y se equivoca como se puede equivocar cualquiera. ¡No es tan grave! ¿O es que Cintra, por el simple hecho de ser Cintra, no se puede equivocar? Sanches Maragoto sentencia: “As formas galegas do dialeto de Xalma nom se encontram por lado nengum nos foros de Castelo Rodrigo” (págs. 413-414).

Desde mi punto de vista, el artículo de Sanches Maragoto es uno de esos trabajos que permiten el avance de los estudios científicos independientemente de que estemos de acuerdo o no con las teorías que expone. Desde luego, lo que creo que no admite discusión es que la procedencia geográfica gallega de los supuestos repobladores del valle hace agua por los cuatro costados, es una teoría que no tiene fundamento documental y que no está ni siquiera avalada por hechos históricos.

A mí personalmente la procedencia concreta de quienes repoblaron el valle no me parece una cuestión crucial. Más bien al contrario: siempre he pensado que enzarzarse en minucias como de qué pueblo o de qué comarca proceden los repobladores es absurdo (está claro que procedan de donde procedan su base lingüística es gallego-portuguesa... ¡y punto!); pero el hecho de que desde 1990 ciertos investigadores gallegos, contra viento y marea, repitan la cantilena de que en Xálima lo que se habla es gallego tiene un tufillo anticientífico que es necesario denunciar.