Geolectos y otras realidades lingüísticas

Si va a utilizar la información comentada que aparece en este blog, sea elegante y cite su procedencia. No es científicamente ético cortar y pegar la información para hacerla pasar por propia.

Nombre:
Lugar: Madrid, Spain

4 de diciembre de 2005

Multilingüismo

Hace tiempo dije que en Extremadura se habla español. Lo sigo manteniendo. Aquella afirmación estaba motivada por los ecos que habían producido algunas voces que afirmaban –con más rotundidad de lo que algunos creen– que en Extremadura se hablaba una lengua (¡por lo menos!) distinta del español, castellano o como lo quieran llamar.
Sin embargo, hacer una afirmación tan rotunda conlleva tener que matizar. Algunas de las matizaciones ya las hice en su día cuando dije que no se debe confundir la riqueza dialectal de la región con los sentimientos nacionalistas o con el ideal imaginario que presentan algunos poetas que magnifican, sacan de contexto y elevan a categoría de general los rasgos lingüísticos que ya no son tan generales (lo que no quiere decir que en otras épocas no lo fueran). Ahora, sin embargo, se me viene a la mente una nueva matización, fundada en los tiempos que corren y en la mezcla racial que se está viviendo por doquier.
Probablemente no haya en toda España una sociedad más multilingüe que la madrileña. Basta con subirse a un tren de cercanías en cualquier estación de las localidades de la zona sur y prestar un poco de atención a las conversaciones que se desarrollan en ellos. Es muy habitual oír rumano, polaco, búlgaro, francés (en camerunenses y argelinos), árabe y otras lenguas muy difíciles de distinguir para los que no tenemos el oído acostumbrado al exotismo indígena (un amigo nigeriano me sirvió de traductor con un compatriota suyo con el que se comunicaba en un dialecto del yerwa kanuri). En Extremadura todavía no se ha llegado a una situación similar, aunque ya hay comarcas y pueblos en los que el bilingüismo (en especial español-árabe) no es ni mucho menos extraño. No sé si a alguien se le habrá ocurrido hacer un estudio sociolingüístico de
Talayuela (Cáceres), por poner un caso extremo, pero si a alguien se le ocurre se dará cuenta de la compleja –y por lo tanto rica– situación lingüística que vive la localidad. En el año 2003 residían en esta población más de 4.500 personas de origen marroquí sobre un total de 11.400 vecinos (más del 40% del total). ¿Puede alguien afirmar entonces que en Talayuela se habla solo español?
Otro caso, este por desgracia con una suerte muy distinta, es el de las poblaciones rayanas con Portugal. Hoy el bilingüismo, en pueblos como Olivenza o Cedillo, manifiesta una clara tendencia descendente, tanto que alguien ha llegado a afirmar que “hoje, confinado às camadas mais velhas da população, que, bilingues, o falam apenas entre si, o português de Olivença está moribundo, correndo sério risco de ir engrossar o caudal das línguas que todos os anos morrem, nos territórios que as viram florescer” (M. de Fátima Rezende Matias: “A agonia do português em Olivença”, Revista de Filología Románica, 18, 2001, pág. 165) o, en los mismos términos, “el portugués de Olivenza está agonizando. La exhaustiva descripción de Matías se acerca cada vez más a un reflejo de tiempos ya pasados. Ese alentejano, que en la conciencia de un oliventino resulta muy similar al de Campo Maior, ha ido españolizándose y pierde hablantes día a día. Incluso los oliventinos ya creen que su portugués no es portugués portugués, sino un chapurreo” (Manuel J. Sánchez Fernández: “Apuntes para la descripción del español hablado en Olivenza”, Revista de Extremadura, 23, 1997, pág. 110). Algo de eso último es lo que encontré en Cedillo cuando hice una encuesta allí hace casi diez años.