Geolectos y otras realidades lingüísticas

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Lugar: Madrid, Spain

13 de mayo de 2006

Antonio Reyes Huertas y la “invención” del dialecto extremeño

“Cierto que en Extremadura no tenemos una literatura peculiar y característica como la tienen los gallegos, como la tienen los lemosinos, como la tienen ahora los vascuences. Nos falta el elemento primordial, el lenguaje; carecemos de los accidentes distintivos, las costumbres. Nuestra lengua es la misma de los castellanos, suyos son nuestros hábitos, suyos nuestros tipos y participamos de la grave severidad de los habitantes de sus estepas y del genio cálido y retozón de los ardientes andaluces. No podemos tener por esto una literatura propia y característica, y la labor de éxito que se ha querido atribuir a Gabriel y Galán para formar un dialecto extremeño a nadie convence, y no deja de ser un capricho inocente, como a nadie ha convencido Vicente Medina para hacer destacar el acento murciano, que no es tal acento, ni es otra cosa, como el extremeño, que la irregularidad y el barbarismo conscientemente aplicados al léxico” (Antonio Reyes Huertas: “Cosas extremeñas. La vida literaria”, Archivo Extremeño, n.º 4, 1910, pág. 115).

El contenido del párrafo anterior no es significativo (se han dicho cosas parecidas muchas veces), pero cobra especial relevancia si tenemos en cuenta quién lo dijo: Antonio Reyes Huertas, uno de los paladines de la literatura regionalista de Extremadura. Reyes pone el dedo en la llaga, pero no acierta a dar una explicación. Tenemos que esperar casi un siglo para encontrarla:

“La literatura extremeña regionalista, cuando inventa la lengua en la que hablan sus personajes no cumple un requisito de identidad; está, sobre todo, arcaizando el pensamiento de cuantos se habían contaminado con las palabras de la modernidad. Habla y silencio de los campesinos que a duras penas saben expresar sus sentimientos con la corporeidad del malestar. Es una lengua de ángeles” (Luis Sáez Delgado: Animales melancólicos. La invención literaria de la identidad, Badajoz, Del Oeste Ediciones, 2001, pág. 90).