Geolectos y otras realidades lingüísticas

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Lugar: Madrid, Spain

16 de octubre de 2005

Aubrey F.G. Bell y Extremadura

Era 1926.
Lo he redescubierto perdido entre mis papeles: las notas que tomé hace años del número especial para España que publicó el diario inglés The Times el 10 de agosto de 1926. En las páginas de ese periódico aparecen varias frases que no tienen desperdicio sobre la impresión que Aubrey F.G. Bell tenía de Extremadura. El primer párrafo va dedicado a las Hurdes. Es duro. Se trata de la versión escrita del espectáculo visual que nos presentará Buñuel seis años después en su Tierra sin pan. Ahí va:

“Más allá de la Sierra de Béjar vive en la Sierra de Gata, el pueblo extraordinario de los Hurdanos. Aunque la parte malsana es únicamente la del Río Malo, los habitantes, morando entre collados cubiertos de jara y de arroyos cristalinos, tienen la cara blanca y enfermiza de una raza degenerada, descuidada y desnutrida. Muchos parecen sombras moviéndose en un mundo infernal. El tipo de estos aldeanos, las condiciones en que viven, parecidas a las de los habitantes de cavernas, sus raros vestidos de cuero remendados, las oscuras cabañas de pizarra, su habla, la división de la propiedad (perteneciendo, a veces, un borrico, un cerezo, una cocina a más de una persona) ofrecen un estudio curioso” (pág. XII).

Para los extremeños, en general, tampoco escatima adjetivos:

“El elemento que domina en el carácter extremeño es la energía, por más que puedan parecer dormidos y medio muertos”.
“Son muy honrados en los negocios, con una seriedad que parece congénita [...]. Parecen contentos, hasta apáticos, sin ambiciones; pero por debajo anda la antigua energía y amor a las aventuras, esperando objeto y ocasión dignos de esa energía”.
“Y verdaderamente es poca la cultura de este pueblo intenso y tenacísimo: en ninguna otra parte de España se encuentran tan pocos libros, ni es tan rara la lectura”.
“Son, dijo Ford, sencillos, indolentes, bondadosos y contentos, pero cuando es preciso, son capaces de grandes esfuerzos. Los gobiernos, añade, parecen olvidar que Extremadura existe” (Las citas proceden de la página XVIII del ejemplar n.º 44.346, del martes 10 de agosto de 1926).

Esta era la imagen que se difundía fuera de España (y también dentro) de la Extremadura del primer tercio del siglo XX: miseria, incultura, atraso... Es cierto lo que dice sobre los gobiernos que parecen olvidar que Extremadura existe; así ha sido siempre, aunque el problema no ha estado tanto en los gobiernos de fuera, los de la Corte, como en los gobiernos de dentro, los de los señoritos locales, los caciques, los explotadores.
Hoy Extremadura se precia de ser la región española con mayor número de bibliotecas en función de sus habitantes, pero sigue siendo la región con el mayor índice de analfabetismo de España. ¡Mal asunto!